lunedì, novembre 30, 2009

fachadas


Centros históricos, cascos históricos, pueblos con encanto.

Fachadas a conservar, elementos a conservar, fachadas nuevas con mil restricciones que den como resultado una fachada que parezca antigua.

Pero no es lo mismo. No es lo mismo conservar la fachada de un edificio que conservar un edificio entero desde los cimientos al tejado. Un edificio no es solo una fachada, son cimientos (desde los de ladrillo a los de hormigón), son formas de construir (muros de sesenta centímetros de espesor), son los materiales (madera, piedra, ladrillos, mosaico hidráulico) y las formas de habitar (baños y cocinas construidos aparte, a posteriori, anexos a edificaciones más antiguas). Un edificio no es solo la fachada; y sin embargo, es a lo que se terminan reduciendo en muchos casos, perdiendo todo el interés que tendría la puesta en valor de lo existente.

Y lo mismo ocurre con las personas, que se terminan reduciendo a fachadas, mentes vacías, sin contenidos, preocupadas solo por la estética y con dos o tres ideas manidas (¡que casualidad!) compartidas por casi todos; desde los gustos musicales a los literarios, pasando por el calzado y los peinados. Modas hechas para veletas que se desplazan por ciudades de cartón piedra.

Y algunas veces, y muchas veces, me da miedo formar parte de ellos y entrar (si es que aun no lo he hecho), en su juego.

giovedì, agosto 27, 2009

mi playa

La ‘familia’ (mejor podríamos llamarla reunión) de la mesa de al lado del chiringuito se compone de:
- dos extranjeros de unos cincuenta años, que esbozan unos planos en unos folios sueltos.
- una extranjera con bañador negro, colgante étnico, gafas de sol oscuras y pelo corto cobrizo, a la que de vez en cuando los dos anteriores le enseñan y explican los esbozos.
- una pareja joven con su hija de pocos años.
- otra extranjera con el pelo rizado oscuro, alta, delgada y toda vestida de blanco.
- dos chicos jóvenes con pinta de drogarse abundantemente.
- un español lleno de tatuajes y con varios piercings que pasa siete meses en el extranjero: India, Birmania... comprando cosas que luego vende durante el resto del año, que pasa en la playa, aunque a principio de verano lo vieron regalando todo lo del puestecillo porque estaba arto.

Nos damos cuenta de que están celebrando un cumpleaños, porque después de comer, mientras cantan una especie de cumpleaños feliz ¿en alemán? sacan una tarta. Cuando terminan, vuelven a cantar cumpleaños feliz, esta vez en español, acompañados de uno que toca la trompeta.
Mientras devoran la tarta, el de la trompeta se mete en el chiringuito y empieza a sonar música pasada de moda, y una tras otra, van sonando todas las canciones de Matt Monro... con el mar de fondo, la arena bajo los pies, más gente de la que me gustaría y la suficiente como para dejarme disfrutar del momento.

domenica, luglio 19, 2009

frutos

Ni los fines de semana ni las semanas tendrían sentido sin las mañanas de los sábados. Esas mañanas que empiezan a tu lado en la cama, cuando el gato me despierta saltando sobre mí y comienza a ronronear hasta que me termino levantando.

Las mañanas de los sábados nos llevan a abandonar tu casa aun con los ojos pegados camino de La Cacharrería, donde María nos acompaña en el desayuno que se alarga casi siempre un café más. Después vienen los paseos, las idas y venidas comprando en el provisional mercado de la Encarnación, en alguno de los 20 duros de la zona o echando un ojo en las librerías de viejo.

Todo para terminar con algunas bolsas tomando un botellín fresquito fresquito a 60 céntimos en la puerta de la Amalia, hablando como tantas veces de ese futuro que vamos planeando poco a poco. Mientras espero ese futuro disfruto de todos y cada uno de los minutos que paso contigo; como este mismo en el que duermes en el sofá detrás de mi.


A veces, buscar en los discos duros, da sus frutos.

mercoledì, maggio 06, 2009

las cosas claras

Hay días en los que solo quiero que pase el tiempo, los meses unos tras otros en el calendario, las estaciones tan rápido que no nos de tiempo a notar los cambios de temperatura. Otros días no, otros días me gustaría encontrar algún modo de parar el tiempo para poder disfrutar de todo, hacer lo que tengo pensado, compartir más con algunos de los que me rodean y buscar el momento para contactar con quienes están lejos o dar marcha atrás para recuperar a algunos que por desidia quedaron en el camino. Y hoy, a esta hora, cuando escribo después de tanto tiempo, solo tengo una cosa clara, que me voy a la cama.

mercoledì, febbraio 04, 2009

anda y ves

Lo ves, te lo dije, que con una sonrisa no se compra el pan; que en la panadería no valen tus miradas lacónicas, ni siquiera las lascivas, para conseguir el kilo cortado que nos alimente durante esta semana.
¿A santo de qué creías que iban a regalarte a ti lo que a los demás les cobran? ¿Te crees tan especial?
Pues que sepas que no eres más que un regala oídos, que dice blanco al que quiere oír blanco y negro al que quiere oír negro; siempre con tu sonrisa simplona de satisfacción, como si no nos diéramos cuenta de que nos tomas el pelo.
A ver cuando espabilas, coges los tres cochinos duros que tienes en la hucha del cerdito y te los gastas en comprar el pan, que es lo que nos hace falta, y no el horno ese de juguete con el que piensas hacer pan para vender en el barrio. Que ya sabemos lo que le pasó a la lechera.

giovedì, gennaio 15, 2009

frío

A pesar de que veo que no me da tiempo a nada; de tener que hacer mil cosas y no terminar ninguna; de esa sensación extraña de desear que llegue ese día al que ya se que no llegare a tiempo, sino corriendo, con la lengua fuera. Ese día en el que este todo que ahora ocupa la mayor parte de mi tiempo se acabe, aun cuando sea algo que no se acaba nunca, que a uno casi le quitan de las manos ‘in extremis’, por cumplir unos plazos. A pesar de las ganas de disfrutar de cada instante, de vivir esos momentos que los días que van pasando me regalan; a pesar de todo eso quiero que se vaya este frío, este frío que nos da dolor de rodillas, que se me mete en los pies, que se me cuela por las rendijas de la ventana encima de mi cabeza mientras duermo, ese frío que hace que estar aquí sentado sea un poco más incomodo, pero que me mantiene a la vez y a ratos, un poco despierto; algo que muchas veces, me hace falta.