venerdì, ottobre 26, 2007

'el conquistador'

Ha apoyado sus manos, una sobre la otra encima de su vientre. La mirada perdida en la estrechez de la infinita calle sin salida en la que transcurren sus días. Sus pensamientos vuelven una y otra vez a las últimas horas en el hospital, después de la paliza que le dieron aquellos niñatos. Aun no entiende como puede haber gente así en el mundo.

La gente del barrio tampoco lo entiende. ‘El Conquistador’, aunque un poco conflictivo a veces, no es mala gente. Es un ermitaño, huraño, un tipo al que le gusta estar solo. Todo el mundo sabe que tiene familia en la ciudad, pero hace mucho tiempo que decidió cambiar de vida, abandonarlo todo para perseguir un sueño en algún país extranjero. Nadie sabe si llego a atraparlo o si simplemente lo rozo con la punta de sus dedos sucios. Si saben de la mirada bondadosa de ‘El Conquistador’ con cualquier gesto de bondad, ya sea un bocadillo, algo de ropa, un cigarro o invitarlo a una copa de tinto. A ‘El Conquistador’ le encanta el tinto, de ahí su nombre, del cartón de tinto ‘El Conquistador’ que lleva siempre bajo su brazo. Aunque bien podría hacer referencia a la conquista de su sueño.

Esta noche es la primera después de la paliza. Los cartones que ha puesto encima del banco, ni cortan el frío que sopla en la plaza ni ablandan el duro acero; así que los moratones le molestan más de lo normal. Esta pensando que quizás se equivoco de camino, que tenia que haber seguido una vida convencional: casarse, tener hijos… Si lo hubiera hecho esta noche tendría una cama donde dormir y un techo que lo protegería de la lluvia que amenaza con caer. Pero no se puede dar marcha atrás, y si lo hiciera tendría ataduras, y la infinita calle sin salida, seria más corta y sin esa plaza a modo de ensanche, que hace tanto dejo atrás y en la que aprendió a jugar, a beber, a divertirse. Esa plaza en alguna ciudad de algún país en la que vivió, y fue feliz.

venerdì, ottobre 19, 2007

el zorro y el principito

-¿Quién eres? -dijo el principito-. Eres muy lindo...
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-. ¡Estoy tan triste!...
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-. No estoy domesticado.
-¿Qué significa “domesticar”?
-Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro-. Significa “crear lazos”.
-¿Crear lazos?
-Si -dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
-Empiezo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
-Es posible -dijo el zorro-. ¡En la Tierra se ve toda clase de cosas...!
-Si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos de color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
El zorro calló y miró largo tiempo al principito.-¡Por favor... domestícame! -dijo.

El principito. Antoine de Saint-Exupéry.

giovedì, ottobre 11, 2007

lobito por atun

No creas, yo también lo he pensado. Que detrás de todas aquellas palabras, de todas las metáforas, detrás de todo aquello no hay nada. Tengo la sensación de haber sido solo reflejo de lo que tú eras, de haber existido solo en tu mirada, en las lecturas que hacías de lo que escribía. Es duro pensar haber sido simple fachada que tapa el vacío, como en la estrategia de caracol. Es duro entender porque algunas personas no van mas allá del intercambio de frases bonitas a través de esta red en la que algunos permanecemos enredados. Que falta de conciencia la caída en lo mundano, en las frases de todos los días, en la rutina martilleante que levantan las baldosas amarillas del camino. Que triste tener conciencia, haberme creído atún y ser simple lobito.

lunedì, ottobre 01, 2007

Fede o el peso de la memoría

Se quejaba todo el tiempo de una cosa y de la contraria. Inconscientemente intentaba dar lastima, demostrar que siempre era el que estaba peor, y que tan mal como él no lo pasaba nadie. A los ojos de los demás cansaba, todo el día con la misma cantinela, siempre hablando de si mismo y tratando a los demás de esa forma tan déspota. Lo que peor llevaban los que lo rodeaban eran sus cambios de humor, sus subidas y bajadas siempre a gran velocidad, su carácter inconstante que pasaba de la alegría y la euforia más infinita a la miseria más ínfima. Desde fuera unos pensaban que la solución era fácil, que solo le hacia falta un buen polvo, pero quienes más lo trataban creían que eso no era suficiente, que probablemente a estas alturas de la vida, después de tantos años, debía de tener la autoestima tan baja que solo la ayuda de un profesional podría servir de algo. Poco a poco han dejado todos de tratarle, aquellos con lo que pago su carga interna de mala leche primero, y después los que se cansaron de tener que andar haciendo encaje de bolillos para que no coincidiera con los demás. Lo ultimo que se sabe es que se fue de casa de sus padres cuando estos, cansados de ver su sombra languidecer lentamente en el sofá intentaron ayudarle.
No se puede andar tirando permanentemente de un lastre que puede terminar hundiéndote, un suicida al que se intenta alejar de la torre gorda del castillo, donde siempre vuelve con mayor o menor fortuna para matarse un poco. Por eso un día dejaron caer el lastre y empezaron a volar libres, sin ataduras por compromisos; aunque eso no evita que el peso de la memoria los lleve al agua fría de una noche de invierno como aquella en la que salió de sus vidas.