venerdì, aprile 28, 2006

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A veces me sorprendo diciendo ‘te quiero mucho’ a alguna persona que no conozco físicamente. Hablando de trenes, que van y que vienen y que uno coge o no coge o deja que se vayan, o trenes que parten minutos antes de llegar nosotros a la estación. De sacos pequeños llenos de personas, que se rompen al ir metiendo demasiada gente, quizás necesiten dilatación, y sobren las comparaciones. Hablando a las siete de la mañana, cuando llego de la feria, algo perjudicado por el alcohol. Aplazando conversaciones sobre temas trascendentales porque no puedo más ni con mi cuerpo, ni con mi mente, ni con mi alma. Realizando viajes cargados de ilusión para, entre otras cosas, conocer a alguien, y que luego se chafan. Me sorprendo juzgando al destino, que no sabemos si nos odia, si juega con nosotros o si es que somos nosotros los que nos dedicamos a jugar con él. Cargado de buenos sentimientos, con buenas vibraciones que me llegan desde la red. Pidiendo que me avisen cuando llegue el momento. Suspirando delante del ordenador, necesitado de muchos besos y muchos abrazos; sintiéndome, por otras cosas además de por esto, como uno de aquellos días de los que llenaban el año que tiene mi blog.

3 commenti:

Anonimo ha detto...

Podría haber firmado yo ese post en mi armario abierto, tal como lo he leido, tal como lo he sentido.
Si yo pudiera decir...
Y sin añadir ni quitar absolutamente nada, salvo el tiempo de existencia del blog. Algo temporal, sin importancia. Lo esencial es lo que dices y
te entiendo tanto...

mikgel ha detto...

¿por qué siempre esperamos algo? ¿por qué la espectativa de un mañana mejor, más dulce, más lleno de abrazos, con más sentido nos termina haciendo daño? ¿por qué nuestros mejores deseos se vuelven contra nosotros y nos asfixian la vida?

Pipistrellina ha detto...

Qué lindo es mi niño!!