Fue el miércoles pasado que volví a casa. Iba a poner: que por fin volví a casa; pero bueno, la verdad es que no ha estado especialmente mal, ni especialmente bien, todo hay que decirlo.
Para los que no lo sepan. Una semana antes, el martes, 9 de Agosto, salí de viaje con la familia (léase padres y hermano).
Primera parada: Tortosa. Ciudad creada cerca de la desembocadura del Ebro y de donde era mi abuelo. La ciudad la verdad es que es mas bien fea. Siento si se ofende alguien, pero no me llamó especialmente la atención. Dormíamos en casa de una hermana de mi abuelo (solo hermana de padre) que había sido de un tío suyo cura y que ella estaba arreglando. Yo dormía en la cama del cura (creo que desde entonces no estoy bien, ha caído sobre mi una maldición o algo así). Que queréis, es normal; un ateo, gay y un poco rojo en la cama de un cura... Menos mal que el cura no estaba en la cama conmigo. Que asco.
En el lavadero estaba la ropa del cura en bolsas. Desde la ventana de la cocina se veía un perchero donde estaban la sotana, el impermeable y todas esas cosas negras que usaban los curas de antes y que afortunadamente han dejado de usar. Parecía una persona, de verdad, así que desde un primer momento me negué en redondo a pisar la cocina después del atardecer. Que no quería sermones de un perchero.
Por supuesto eso no es lo único especial o raro que había. En el armario de mi cuarto, colgaba de una percha, parte de la vestidura de los curas en misa o de los monaguillos o algo así. Y para que se me ocurriría abrir el primer cajón de la cómoda, que estaba lleno de cintas con títulos tan originales como: Jesús es mi amigo. Últimos éxitos todos. Y yo bajándome música de internet. Pero para remate cuando ayudamos a mi tía a vaciar un cuarto para que pudieran trabajar los pintores, en la mesa del despacho aparecieron como cinco cilicios. Que bonitas cosas que enseña la iglesia (bonitos pueblos de la geografía de España de donde es originaria la tortilla de aljetes tiernos muy conocida por todos).
Subimos a una ermita, que en los alrededores aparecen unas piedrecitas con forma de estrellas, yo al principio no me lo creía; pero es totalmente cierto. La leyenda dicen que son lágrimas de la virgen, la realidad (más o menos real) que son algas fosilizadas o algo así. También dimos un paseo en barco por el delta del Ebro. Comimos arroz negro. Hicimos visitas a los familiares donde nuevamente quedo demostrado que el mundo es un pañuelo (un amigo mío vive encima de una prima tercera mía en Oviedo). Estuvimos en ‘El Port’ que es una montaña cerca de Tortosa, muy bonita, donde la familia de mi abuelo tenia una casita, que compraron cuando la verdadera madre de mi abuelo estaba muriéndose de tuberculosis, que lleva su nombre, que por supuesto es de mi tía (que no es su hija) y se esta cayendo a trozos.
Como siempre, iba con los ojos muy abiertos, detrás de mis nuevas gafas de sol, mirando y mirando. Pero con padres no se puede flirtear. Es prácticamente imposible. Eso sí, un día, pasamos por la puerta de una tienda. El dependiente en la puerta, con unos ojos azules… (mi debilidad) y note que me miro, así que ahí si que me volví. Me daba igual, y efectivamente, clavo esos ojos azules en mis ojos.
Segunda parada: Valle de Nuria. Es raro, soy de pueblo, pero allí, en medio de tanta naturaleza, me sentía rarísimo. No se, me abrumaba todo aquello. Me sentía demasiado pequeños, demasiado insignificante… quizás lo que realmente somos; por eso me sentiría mal. Todo hay que decirlo, el sitio es precioso; pero aun no me entero de la historia. Resulta que la virgen la talló San Martín, que había construido una capilla para llamar a los pastores a la oración o algo así. Yo lo que me pregunto es que hacia San Martín y los pastores esos, tan solos en el monte…
Tercera parada: Andorra. El gran centro comercial. Tiendas, tiendas y más tiendas. Una detrás de otra, encima de otra, debajo de otra… y encima en rebajas. Que si llevábamos pocas cosas, aquí fue cuando el coche se termino de llenar del todo. Lo que me sorprendió fue sobre todo la cantidad de farmacias que había. Creo que tienen las mismas farmacias que en España, pero todas una al lado de la otra; como tienen tan poco sitio.
Es el paraíso de los viciosos: fumadores, alcohólicos y compradores compulsivos. No se si incluir también a los ludópatas y otros viciosos más. Decididamente, los negocios que dan dinero, son los de los vicios.
Aquí también había chicos guapos, claro que sí, pero la mayoría eran extranjeros. El que trabajaba de noche en la recepción del hotel, al día siguiente se monto en el ascensor conmigo y la verdad es que la mirada que cruzamos no es de las que se pueden clasificar como para todos los públicos… Lastima, que nunca voy más allá.
Cuarta parada: Colliure. Visita única. Tumba de Antonio Machado y de su madre. Totalmente reconocible por la gran bandera republicana que la cubre. Me llamo mucho la atención, que pusieran, debajo del nombre de la madre de Machado: Madre del poeta. Como si la pobre señora no hubiera hecho más en su vida. Me recordó a la tumba del hijo de Goethe, que esta en Roma, en el cementerio protestante o no católico (que claro está, estaba fuera de las murallas de la ciudad). En la tumba del hijo de Goethe solo pone eso: hijo de Goethe.
Allí fue donde vi el cuerpo más perfecto que he visto en carne y hueso, un tío rubio, bastante guapo, con esos dos músculos marcados en la pelvis… Ejem, ejem…
Quinta parada: Montpellier. Creo que es un paraíso gay, tantos grupos de personas, solo hombres, no me llevan a pensar otra cosa. La ciudad es preciosa, una luz increíble. Además con esas fachadas, de color albero… La verdad es que me gusto mucho. Espero volver, y no solo por los gays.
La segunda noche fuimos a cenar a un sitio que ya habíamos visto el día antes. Bueno, yo más que fijarme en el sitio, me fije en uno de los camareros. Decididamente lo mío no es normal. Me encantan los bares, pero esto de los camareros es totalmente nuevo; pero ascos no le hago, vamos. Alto, vaqueros caídos enseñando el principio de unos calzoncillos blancos, y que cuando se agachaba mostraban más que el principio; unos ojos marrones de tamaño normal, y unos labios como los del modelo del anuncio de ‘Le Male’ de Jean Paul Gaultier. Lo mejor fue que como el francés que conozco no es para practicarlo en público, y ni mi hermano ni mi padre estaban por la labor de hablar francés; tuve que entenderme con él en italiano; aunque su italiano no era muy bueno, pero mereció la pena. Lo mejor es que yo lo miraba y lo miraba, y él no me hacia caso. Pero volviendo del baño, su compañero si que me devolvió la mirada. Jajaja.
Con la chica de la pensión, que era india, me paso lo mismo, que tuve que entenderme con ella en ingles. Y mi ingles es el ingles que se puede escuchar en un programa de los Morancos.
Sexta parada: Nimes. También muy bonito. Tiene un anfiteatro romano que usan de plaza de toros, precioso. Además me acorde mucho del Colosseo. Aquí me compre un póster de la temporada taurina que no se donde voy a colocar, por que en esta casa no cabe nada más, y el póster no es de tamaño reducido. También entramos en un supermercado para comprar cosas para comer. En un rincón, una estantería toda llena de banderas de España con productos típicos: aceitunas, tortas de Inés Rosales (fue lo que más gracia me hizo encontrar allí) y cosas así.
Séptima parada: Arlés. De Nimes a Arlés fui yo el que llevó el coche. Sin salidas de carretera. ¡Ojo! La verdad es que la ciudad es también preciosa. Con una plaza de toros que también es un anfiteatro romano. Había una exposición de Picasso en la que entramos, pero no mereció mucho la pena. Muchas fotos y pocos cuadros. Mucha lavanda y como cosa típica: las chicharras. Las vendían de cerámica, estampadas en telas e incluso unas que hacían ruido.
Y después otra vez para abajo. Íbamos a parar en Barcelona, pero al final no lo hicimos. Así que paramos en ‘La Mancha’. Y por fin en casa el miércoles pasado, diecisiete de Agosto. Llegue a mi pueblo a las 13 h y a las 18 h ya estaba montado en el coche para Sevilla.
Y este es mi viaje. El último que voy a hacer con mis padres, o por lo menos de eso estoy intentado convencerlos, para que después no me digan nada. Creo que es un post un poco largo, pero hacia tiempo que no escribía nada. Así que aquí os dejo, con el tostón. Besos a todos
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6 commenti:
Que pedazo de viaje. Lo bueno de ir con los padres es que sale gratis.
Y que valor tienes!!.. yo no podría dormir en la cama de un cura... puaggg... sólo de pensarlo me da grima.
Hola wapo.
Ay ay ay que estoy con fiebre. Gracias por tu comentario, a ver si bajo pronto a Sevilla que me encanta, vamos que mi ultimo boyfriend era de alla... que cosas. Muak
bonito viaje, aunque te sobrara compañía (el cura?)
Querido tienes quje probar la cerveza El Alcazar, que es de Jaen. A mi me encanta y en mi pueblo es mitica
En respuesta al comentario de Manuel H, el cura lleva sieta años muertos; los que llevaba el piso de mi tia cerrado.
Pues sí que da mal rollo el temita: dormir en la cama de un cura y que encima está muerto. Vamos, espero que no muriera en esa cama.
De tu viaje, estoy de acuerdo con el comentario acerca de Montpellier. Yo estuve allí el año pasado y he de reconocer que, a pesar de que no fui a ningún local de ambiente (iba con un grupo de amigos heteros) me pareció super mariquita. Y también super luminosa, tranquila, agradable, acogedora... Se nota que está en el mediterráneo y muy, muy cerca de España... Estuve viviendo seis meses en Toulouse, que es muchísimo más triste y gris... ¡¡y aún es el sur de Francia...!!
Un saludo,
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