Con el dolor que me corre por las venas, sin engañarme, y sin engañarte, se que pienso en ti a ratos; quizás menos que otros días, pero aun pienso en ti. Aunque misteriosamente nunca aparezcas como conectado en mi Messenger, aunque ya no hablemos. Cuando sufro, cuando no lloro, también pienso en ti.
El dolor aun no me deja dormir bien, el dolor y el calor. Por la mañana, cuando abro el primer ojo empiezo a darle vueltas a esta cabecita loca, y ya no puedo volver a dormir. Y es a ti a quien dedico el último pensamiento en la negra noche. En una de esas noches como en las que creí que me podías querer de una forma distinta de la que se que me quieres.
Me planteo las razones sin sentido de la parada premeditada. Las razones incomprendidas, pero que me tomo con respeto y resignación, de que me dejes marchar sin decirme nada. Y me replanteo la rabia que me provocan una y otra vez, intentando defenderte en una lucha entre mi corazón y mi cabeza, que se van tomando descansos cada vez más largos. Una lucha que no tiene mucho sentido, como casi todas, por que por mucho que quiera, se que no puedo odiarte. Solo decirte, entre otras muchas cosas que tu te lo pierdes.
Y se que amanecerá, lo se. Que el dolor negro dejara paso a la luz clara, y quizás la mancha de mora, con otra de mora verde se quite. Y que el brillo de mis ojos se secara, al menos un poco. He pasado por esto, como tantos, una y mil veces, y quizás me queden más. Pero esta vez es distinta por la incomprensión que lo empaña todo. Ahora solo queda esperar, que el tiempo cauterice las heridas; e intentar no dedicar más tiempo ni post a las cosas que no se lo merecen. Y la próxima vez, intentar dar amor a quien sabe apreciarlo.
El dolor aun no me deja dormir bien, el dolor y el calor. Por la mañana, cuando abro el primer ojo empiezo a darle vueltas a esta cabecita loca, y ya no puedo volver a dormir. Y es a ti a quien dedico el último pensamiento en la negra noche. En una de esas noches como en las que creí que me podías querer de una forma distinta de la que se que me quieres.
Me planteo las razones sin sentido de la parada premeditada. Las razones incomprendidas, pero que me tomo con respeto y resignación, de que me dejes marchar sin decirme nada. Y me replanteo la rabia que me provocan una y otra vez, intentando defenderte en una lucha entre mi corazón y mi cabeza, que se van tomando descansos cada vez más largos. Una lucha que no tiene mucho sentido, como casi todas, por que por mucho que quiera, se que no puedo odiarte. Solo decirte, entre otras muchas cosas que tu te lo pierdes.
Y se que amanecerá, lo se. Que el dolor negro dejara paso a la luz clara, y quizás la mancha de mora, con otra de mora verde se quite. Y que el brillo de mis ojos se secara, al menos un poco. He pasado por esto, como tantos, una y mil veces, y quizás me queden más. Pero esta vez es distinta por la incomprensión que lo empaña todo. Ahora solo queda esperar, que el tiempo cauterice las heridas; e intentar no dedicar más tiempo ni post a las cosas que no se lo merecen. Y la próxima vez, intentar dar amor a quien sabe apreciarlo.