lunedì, ottobre 30, 2006

sol de noviembre

Desde el asiento del autobús que lo lleva de vuelta a casa, se alegra de que a pesar de ser casi noviembre, el sol del verano no se haya ido del todo. A pesar de que lleva semanas diciendo que necesita que llegue el frío, sabe que en días como este, no podría soportar más frío. Con el que le hiela los huesos desde dentro tiene bastante. Así que con los ojos protegidos por las gafas, mira al sol y sonríe tímidamente porque le reconforta, mientras piensa que no solo hay frío en su interior. Ese corazón que bulle como si fuese una olla express y esas ganas de sentir el calor de otro ser, hace que muchos días, el tiempo que haga fuera le sea más o menos indiferente.

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